lunes, 16 de julio de 2012
miércoles, 4 de julio de 2012
We are in control until we aren’t. and then we are helpless.
???
Me acabo de
acordad cuando le dije a Steve que yo quería salvar al mundo, y él me dijo que
todos queríamos hacerlo. Me dejó de cuadros. Y me dio que pensar: …
Estoy
confundiendo cerdos por vacas.
22.6.12
Qué curiosas son las relaciones humanas! Estoy en una cafetería, después
del análisis de sangre y los tipos que tengo al lado, justo a la par de la
ventana de donde viene el ruido de las obras, están discutiendo una parte del
sentido de la palabra amistad.
Por lo visto uno de ellos debe decirle algo desagradable pero (o mejor
dicho “y”) real a otra amiga, pero le puede sentar muy mal. Hasta qué punto
debe ser uno real, duro, con los amigos. Eres mi amigo y me lo dices ahora? No
puede uno tragar las realidades, por eso es duro, pero, generalmente, sólo puedes confiar en los verdaderos amigos para que
te lo digan. Si no son ellos, quién se va a preocupar de ti? Te lo digo porque
te quiero. Ejemplo tonto, de los míos: Si te huele siempre el aliento, no
preferirías que un amigo te lo dijera, para darte cuenta, para saberlo e
intentar ponerle remedio, a que no te dijera nada y que todo el mundo estuviera
espantado de hablar contigo, sin tú saberlo? Te lo dirá, y te lo tendrá que
decir lo más suavemente posible (recordad que este es un ejemplo “tonto”), pero
si no te lo dice tu amigo… Oh, puedes morir pensando que tu tono de voz era
estridente… y qué equivocado estarías!
La tipa del centro de salud ha intentado mantenerme entretenida mientras me
sacaban sangre, para no marearme. Me contaba cómo los políticos españoles son
unos “tufos”. Me ha hecho sonreír. Precisamente unos minutos antes estaba
escuchando cómo los mineros cuentan con sus palabras la revolución que están
viviendo. Y en este pensamiento (aquí, mientras os escribo), entra un viejito
de allá por sus 80, vestido con elegancia y con reloj en la muñeca, voz
temblorosa, bastón de madera y camisa a rayas verde-primavera y blanco-olvido. Estaba
pidiendo por un euro.
Sabes lo que me pasa? Soy incapaz de amar de nuevo. Y mira que lo he
intentado! Me han tratado genial, me han querido querer, cuidar, mimar… No hay
manera. Agradezco, sonrío, abrazo y doy palmadas, pero sigo cerrada a cal y canto.
No son capaces ni de acercarse al escudo vigésimo tercero que me rodea. No
pueden pasar siquiera al bosque encantado que protege los escudos. Creo que no
deben ni saber cómo llegar al mundo donde me encuentro, donde se oculta, en una
caja fuerte (tan, tan fuerte como yo misma), mi yo mental. Mi cuerpo se
traslada y viaja a países extraños, para entretenerme. Lo presto y lo alquilo.
Pero cualquiera que pudiera ver más allá de esta sonrisa encantadora se dará
cuenta de que dentro no hay nada sino vacío. De que la oscuridad es tan intensa
que se envuelve en ella misma. De que en verdad sólo tienen entre sus brazos
una cáscara de mármol. De que, si se les ocurre golpear las paredes, se
sentirán tan desilusionados como cuando un niño (o no tan niño) abre un conejo
de pascua, y ve que se descascarilla, que deja de existir y no hay más que aire
con efluvios achocolatados. Qué
desesperación veo, pues, en sus caras! Se alejan, se alejan lejos y maldicen
haber puesto las manos en mis hombros. Maldicen haber deseado profanar un
cadáver. Maldicen el engaño inocente de alguien que ya no sabe sentir.
Pero, oh, cómo se divierte mi cuerpo! Qué de aventuras vive allá por
tierras lejas. ……
Voy feliz, solita por la vida. Veo pasar a otros, les veo actuando con
total convicción, al otro lado del vidrio, donde nunca, nunca, ninguno de sus
sentimientos podrá perturbar mi piel agrietada. Me siento como un animal de
exhibición, que paga para ver a sus visitantes.
Y no te preocupes, yo nunca fui capaz. […] únicamente he vuelto a ser yo.
Aunqe sigue siendo raro vestir esta piel.
30.06.12
Bueno mundo,
bueno natcho.
Ya os digo: una
locura, la muerte. Hace breve hicimos una cena en casa, pan de quixo,
coixinhas, caipiroska… A la que el mundo marchó, Liese encendió el ordenador y recibió
un mail para llamar a Brasil. Se sentó encorvada y fallaba a teclear los
números. Yo le traje a milú, y mucho papel para sonarse.
El fin de semana
pasado no falté en el hospital para convertirme en madre de mi madre. Le
acaricié la cabeza y puse en sus oídos palabras tranquilizadoras de esas que me
borbotean los labios. Me hubiera quedado pegada a los brazos de H y S, agarrada
a la nuca de P mientras fusionábamos lágrimas. Mi mente vuela al cementerio.
Recuerdos pasados, recuerdos de olvido. Vino un señor y nos preguntó por el
significado de las piedras. Me sentí un poquito más judía.
Y lo veo… Cómo
temblaban mis labios cuando la bajaron a las profundidades! No pude soportar su
mirada hacia el infinito, situado detrás de mundo, rodeado a su vez por nosotros.
Mi mano encima de su hombro, ojos cerrados de mi misma manera cuando no quiero
ver la realidad.
Tanto amor
perdido!
Volvieron locos
recuerdos, felices sonrisas, perros peludos, piscinas empapadas, rollitos
croqueta e incluso una alfombra de carreras. Godiva y té de menta. Tantas,
tantas veces…
Me pareció raro
entrar por la puerta principal. Siempre la había preferido a la puerta secreta,
pero cada vez que realmente pasaba por allí me sentía una extraña. En esta
ocasión, al ser transportada por una nube, pude observarlo todo desde las
alturas. Qué chiquito estaba todo! Qué poco espacio había entre aquellas
paredes de mis domingos! Ráfagas de recuerdos acribillaron la parte lógica de
mi ser. Escaleras, cuadros, vidrieras y colores. Y, oh, sí! Por supuesto: la
llama que nunca se apaga.
Nunca olvides.
Entre el agua
salada me veía corretear con mi vestido blanco, sin nada de dientes, con todo
sonrisas. Uno de mis primeros levantamientos de cejas fue en este lugar, cuando
me separaron de mi padre y mi hermano con una reja de madera disfrazada con un
plástico verde simulador de flora autóctona.
Con la Torah en mis manos, me puse a leer. Qué bombardeo hacia mi
rendido cerebro! Yo estuve allá abajo, caminé sin darle la espalda, me senté
aburrida, jugando con mis zapatos negros. Vi caras totalmente familiares que
han estado clavadas en mi memoria, esperando el reencuentro. Me sentí acogida,
sí: en sociedad. Yo era una extraña para todos, que no sabían que parte de mí
se había creado en aquel lugar, en aquella memoria.
Qué curiosa, la
muerte!
Con duda, titubeo
al intentar recordaros.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)