lunes, 2 de marzo de 2015

Happy go lucky


Habéis visto? En Japón van a abrir un hotel llevado en su mayor parte por robots.

E ya marcha en pocos días. Se me va mi mentora, compi de comidas y colega de charlas. Ha sido muy interesante tenerla conmigo (o tenerme con ella): me he visto reflejada en muchísimas facetas, y espero diferir en varias otras. Será que cuando crecemos todos tendemos a lo mismo? Parece faltarle esperanza, pero lucha - a su manera - por lo que cree correcto [De aquí resurge de nuevo mi miedo profundo y toda la retaría de querer robraros los ojos: y si lo que crees “correcto” es, en verdad algo “equivocado”?  Y si la lucha de todas tus células se expresa de una manera tal que solo consigue crear más caos y  desorden? Ya sabemos (o deberíais) que tengo vetados los ysis, con lo que tendremos que quedarnos con una frase enunciativa positiva que pone los pelos de punta a cualquiera que la lea entre granos de cal. Diverjo de nuevo]. No está muerta; se enfada, se enfada mucho, le dan venas de ira contra la injusticia, contra un trabajo mal hecho, contra el (ya convocado) desorden. Cree, pero no espera, y a pesar de ello lucha, y se irrita.

El pensamiento me lleva a mía misma (obviously). ¿Cuándo (vosotros que tenéis mejor memoria) ha sido la última vez que me he sorprendido por algo? No deja de querer rondarme esta pregunta, mi cerebro corrompido.
Más.
Y yo? Me enfado por lo que me disgusta, o acepto y conformo? Me veo prendida inflamable – de esta manera en la que vivo mis días – y posteriormente me extingo con tal rapidez! Qué queda, después de las cenizas?

E. me ha enseñado muchísimo, pero ya dos semanas en compañía y me siento apagada, coaccionada, no libre. Oh, libertad mía, que me supones la vida y a la vez me aterras la misma! Me gusta mi soledad y mi independencia. Florezco en solitario, dependo en compañía.

Y sin embargo, la voy a echar de menos; tantas charlas interesantísimas que hemos tenido! Mi pensamiento ha fluido, ha crecido, se ha atrancado y se ha regocijado durante nuestras horas de tertulia filosófica. Learned helplessness (siempre presente!), patología, wildlife, epi, FAO, UN, desarrollo, chichones en puertas, lucha de faldas, destellos de esperanza…

02.03.2015
Ayer, desde el café con wifi, me bajé unas cuantas noticias para estar un poco al día con lo que pasa en el mundo. Hoy, mientras leía un par de ellas, ha llegado a mis oídos una melodía maravillosa con tambores coordinados con algún tipo de flauta celestial. Ahí estaba yo, disfrutando del sonido y pensando que sería maravilloso que en unos años pudiera unirme a cancioncilla similar con mi saxofón. Mi móvil brillaba – resulta que esa música es mi ringtone! Cómo puede ser que nunca la haya escuchado antes?

Queráis que no, me siento rara. Estoy un poco enferma de luchar por cambiar las cosas y de ver el punto básico en el que aún estamos. En verdad no me importa pagar 2 ó 3 € más del precio normal (qué tontería!), pero me molesta que me mientan, que me timen… y que lo hagan por mi color de piel. Se asume que, por ser blanca, tengo dinero para gastar y puedo complacer comprando a granel la solución a las necesidades de la gente que me rodea. Me cuesta hacer amigos locales porque la mayoría (que no todos!) quiere algo más de mí. La relación no fluye de una manera natural; la conversación tiene un fondo de desigualdad. No estamos en el mismo piso. “Desgraciadamente” yo tengo mucho más poder adquisitivo que ellos. Poder adquisitivo y poder de huída. Yo tengo otra casa a la que marchar cuando las cosas se ponen feas, cuando no tengo dinero, cuando tengo hambre y cuando tengo frío. Ellos no. Y el sentimiento no fluye, hay una barrera invisible (pero tangible incluso con las aletillas de la nariz) que impide una comunicación normal. Siento que quieren que les de dinero, comida, trabajo; pero coño, quién no desea todas esas cosas!?

Es cansado no sentirse conectada (sentimiento básico en un ser social). Es raro buscar la compañía de otros Musunguis (blancos)… y es solitario no poder encontrarla – encontré blanquitos en el café (y casi les asalto por conseguir su número de teléfono :) ); hemos salido un par de veces juntos, pero no terminamos de conectar. Es cierto que soy sociable, pero eso no significa que me guste sociabilizar.

Siento que tengo que andar con cuidado con cada persona con la que entablo conversación. Todo intento de diálogo acaba con la petición implícita de una ofrenda económica. Como ejemplo, los días que no he ido con Erika al campo, me topo con la tipita que limpia el cuarto del hotel. Como persona interesada en amenizar el día a día de todos los que me rodean, entablo conversación con ella y me intereso cordialmente por su ser y su familia. Su hija está enferma, tiene muy poco dinero para medicinas y su cumpleaños, para el cual no habrá tarta debido a dificultades económicas, es mañana. En una situación normal (qué mierdas quiere (o quiero) decir (con) esto?) pensaría que simplemente me está informando de su situación actual; incluso, me ofrecería a cocinarle una tarta o mañana la recibiría con un muffing simbólico [no puede haber cumpleaños sin tarta, no]. Sin embargo, debido a algún tipo de alerta adquirida (aprendida, o inculcada) se me encienden los warnings que me hacen dudar de mi misma y de las intenciones de esta chiquilla. No miente, esta chica (que es un cielo) no me está mintiendo, pero me pide, me reclama. Y no les puedo culpar. Mi piel brilla por su ausencia de melanina, y no es de extrañar que pueda confundirse con el fulgor de un diamante.

Qué injusticia de vida y qué duro es hacerse la dura. 

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