martes, 10 de marzo de 2015

“Toute connaissance que n'a pas précédé une sensation m'est inutile" – André Gide – I have no use for knowledge that has not been preceded by a sensation

Es gracioso esto de la relatividad. El otro día me encontré con un tipo indio y me giré (inconscientemente) porque pensaba que era un muzingui (blanquito). Hoy he visto una imagen de Obama y realmente me parecía un mulato, con poco de negro.

Estoy sentadita en la terraza de mi habitación. Antes de hoy, únicamente me había asomado por la barandilla ante un par de bandas que pasaban por la calle (una celebrando el día del consejo legal gratuito y otra que pasó por una paralela y escapó a mi identificación). La arena, roja (de un rojo increíblemente metafórico después de tanta sangre derramada), se cuela por todos los recovecos, a veces sube con el aire y te asfixia las fosas nasales por un segundo cortito. El aire es seco y el sol suele pegar duro. El balcón es tentador, pero casi mejor que dejarlo sino para una foto.
Hoy, sin embargo, el sol está perezoso - yo creo que por hacerme compañía -, así que he decidido salir a escribiros desde el caos tumultuoso. El ruido de la ciudad es un tronar sin descanso. Día y noche la calle es transitada por todo tipo de personajes, los boda-boda (mototaxis del lugar) rugen cual león hambriento en la cocina, los bares no dejan de ser frecuentados, y siempre, siempre (menos cuando tocan las 5am, que es la hora del dios musulmán), suena música en las esquinas. Más de una vez en más de una esquina. Lo cual apabulla un pelín…

Esta mañana desperté a las 6.30am y el silencio que reinaba fue un regalito de la madre Fortuna que voy a guardar bien en mi memoria. Al menos hasta que me mude a Lutuk, donde la ausencia de sonidos urbanos amenazará con arropar mis oídos en un sentimiento de vacío absoluto. Hablando de Lutuk, el traslado se va retrasando, pero es como todo aquí en Uganda: existe un factor de conversión que hay que aplicar a cada término de tiempo. Espero, con el paso de las semanas, poder descifrar este algoritmo africano. Por ahora todo indica a que los relojes aquí funcionan más lentos, quizá porque quieran acompañarnos al sol y a mí en nuestro perezonear.

 Mi hotel está situado en el centro de la ciudad, donde hay varias tiendas, un mercado local cercano, un super grande con productos varios y mi gran amado coffee hut, desde donde me podéis ver conectada al wifi algunas tardes. Ahí aprovecho a bajarme las noticias que voy a leer en la noche desde la cama – refugiada bajo la mosquitera – o en la mañana al despertar. También cerquita he descubierto un restaurante etíope, con injera de la buena y precios bajillos, como los de comer comida local en mi hotel. Ya me he pasado por ahí un par de veces y les he dicho que me voy a hacer buena clienta.

E. se marchó ayer y hoy he estado trabajando todo el rato con el ordena (de ahí la pereza de la tarde y las ganas del bendito sol de mimetizar su humor conmigo). Mañana hacemos un entrenamiento teórico a Alfred, el chico que me va a ayudar a hacer los cuestionarios en la lengua Lúo, y el sábado iremos a Nwoya (mi distrito de estudio) a probar el cuestionario en algunos granjeros. Esperemos que no se cancele nada! Va a ser curioso verme y sentirme trabajando aquí sin mi mentora. Cuando estás supervisado de tan cerca no puedes crecer y desarrollarte. Cuando te dejan es cuando te las apañas y ves cómo creces, cómo evolucionas, cómo te comportas realmente frente a las dificultades, los extremos, las incomodidades. Tengo ganas de ver qué sale de mí. Estoy expectante…

Soy mi propio sujeto de estudio. Qué tan egocéntrico es eso? Me da hasta miedito…

Tony (el vet de Gulu) a veces me enerva porque siempre dice, “estoy ahí en 5 minutos, espérame en tal sitio” y luego siempre llega tarde (dentro de un rango de 30 minutos y 3 horas; sin exageraciones). Así que yo ahora le digo “que sí, que sí, cuando estés aquí que me avisas”. Pero creo que no le gusta mucho, por eso del poder, de ser yo mujer, de ser más joven y de que el subordinado tiene que ser siempre el que espera. Llegar tarde es símbolo de poder. Pero ya sabéis que los símbolos y yo no nos queremos demasiado.

O es el poder?

09.02.2015
Bueno mundo, bueno natxo,

El entrenamiento teórico y práctico se pasó bien. Es cierto que Alfred tiene mucho que aprender y practicar porque no ha hecho cuestionarios nunca, pero pienso que tiene potencial y creo en él. Bien es cierto que trabajar con Wokos o con Simon-Peter sería más fácil porque ya saben cómo hacerlo y son más tirados para adelante que Alfred, pero está bien entrenar (capacitar) a gente nueva. Le veo humilde y acaba de tener un bebito, así que le vendrá también bien el dinero, seguro.

El estudio piloto constaba en entrevistar a 7 personas diferentes de 3 pueblos distintos. Uno estaba tan borracho que no se tenía en pie, otro se encontraba enfermo e indispuesto y un tercero estaba en el hospital con su mujer, que acababa de abortar un feto ya bien formado y probablemente necesitaría una fetotomía o similar… Quién sabe si la pobre tipa sigue viva a estas horas… Finalmente conseguimos 4 respondents de un mismo pueblo que pudieron responder a la mayoría de las preguntas: un bloque grande e importante de estas no se terció a propiciarse; con lo que probablemente tengamos que repetir (lo cual no está mal, así Alfred practica un poco más antes de la hora de la verdad).

Llegando al pueblo, vimos unas zanjas en el suelo pobladas con hierbas sedientas de lluvia: Me explicaron que eran las trincheras de las guerrillas que se movían por el lugar hace solo cuestión de unos años.

Como acabamos haciendo la ronda en un único pueblo, reunimos al village leader y a los participantes para explicar los objetivos de nuestro proyecto. En seguida nos vimos rodeados del pueblo entero. Bueno, de niños - que no estaban en la escuela (malo, malo) - y de la sección masculina - la mayoría de la cual seguro no ejerce ninguna profesión o trabajo. Las mujeres, ausentes, por supuesto, estarían indudablemente labrando el campo con un recién nacido deshidratándose en su espalda. O limpiando la casa. O cocinando. O yendo a por agua al pozo más cercano.

Ainsh…

Nos convertimos en un show. Todos se sentaron en fila y en arco y fueron levantándose uno a uno introduciéndose de la manera más solemne nunca vista. Alfred, sentado a mi lado, me traducía consecuente. Pasado su turno, me tocó a mí. Me levanté y mirándoles firmemente a los ojos, presenté mi proyecto y las ganas de trabajar para mejorar su producción porcina. Rezamos (oh, sí!) y, después de dispersar la conglomeración multitudinaria, comenzamos con el primero de los entrevistados. En resumen, la cosa fluyó. Wokos y Simon-Peter estaban ahí para guiar a Alfred este primer día de nervios iniciales.  


Esa misma mañana, antes de salir “al campo” mientras esperaba a Kenedy llegar, me fijé en un hombre que estaba acuclilladlo en un pasadizo de las calles de Gulu. Otro de tantos. Sin embargo, debido quizá a mi nada puntual sensibilidad hormonal, ese día esta visión me llegó al alma. Este señor, hecho un óvalo vertical en el suelo y con las mejillas buscando consuelo sobre unas rótulas de apariencia desmesuradamente grande, se me hizo chiquito, como una ranita mimetizada en el borde de un lago grande. Una ranita que no quiere nada, de nada ni de nadie. Que mantiene su sonrisa patente, y su mente… quién sabe. Su boca sonreía, pero sus ojos estaban tan vacíos…

Supongo que los primeros días son más de turisteo, luego te empapas de la esencia, ves lo que la ilusión preliminar te ha estado ocultando.

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