jueves, 3 de junio de 2010

Se vuelve a abrir la sonrisa en mi boca, pero de nuevo se cierra mi corazón. Capa tras capa, la carcasa de hace más resistente (nuevos materiales).







Bueno, bueno, a ver dónde me quedé… ni me acuerdo!

La barbacoa fue muy bien, tranquilita y volviendo a casa prontico, pero muy agradable. Llegaron ese mismo día dos voluntarias nuevas y las empecé a conocer un poquillo a la vez que comíamos algo de verduricas, pollo, hamburguesas y caramelos :).

Ayer fuimos a la isla Shiermonnikoog Vicky, Remco, Johanes, Bene y yo. Fue maravilloso. Hacía muchísimo que no me reía tantísimo en un día. Fuimos con el coche del SRRC hasta el puerto para pillar un barco abarrotado (atiborrado) de turistas holandeses y niños de algún colegio que pasararían ahí (a juzgar por las maletazas que llevaban) un par de días. Lo primero que hicimos fue tomarnos un café y una “pie” :D.

Tras la pausa de rigor nada más al comenzar el viaje fuimos a alquilar las bicis. La mujer era gilipollas (en general no me estoy llevando muy buena impresión de los Holandeses, al menos de estos del norte…). La tipa me quería dar una bici supergrande, con la que yo no llegaba al suelo (qué miedo!!); yo le decía que no, que quería una más chica, pero ella empeñada en que hay que tener una bicicleta con la que no toques el suelo al comenzar a montar. Se me puso too farruca! Le dije que no se enfadara, pero que no quería una bici tan grande. Finalmente, y tras esta estúpida discusión que duró más de lo necesario (¬¬), me dio una bici de adolescente con unas preciosas rosas grabadas en el “para-barros” (jijiji).

El pueblo era mu cuco y bonito: lindos árboles, lindos cafés, pocos coches, mil y más bicicletas y la mandíbula de una ballena azul (impresionante, la verdad, el poder meterte dentro/debajo de tal monumento de la naturaleza).

Marchamos con las bicis y puedo deciros que las palabras a veces no son suficientes. Teníasi que haber estado allí. Paseé y paseé sin caerme (aunque titubeando varias veces) a lo largo y ancho de la isla, fuimos a la playa, vimos focas en un banco de arena (pequeños bacilos negros en la distancia :P), vimos un par de faros, (re)descubrí que las bicis tienen marchas y que no soy capaz de subir una cuesta empinada en la tercera, aunque me empeñe; comimos con las vacas, con los pájaros, con los patos y con un porrito encantador al lado de un río (“guiño, guiño”, Mar). También paseé por un puente estrecho con la bici, y me agarré del brazo de Remco (uh,uh, como las parejas holandesas!), y me reí mucho, y le apreté el brazo, y le saqué del camino, y me tiré a romper el manillar, y nos reímos y reímos. Y todo fue encantador.

Al volver, otro cafelillo (pa ellos!) y una siesta en el barco. Descubrimos ya en tierra firme holandesa un lugar para tomar un helado de esos de nata que no me gustan, donde tenían una zona para niños… a la que entramos con una sonrisa más que enorme en la cara. Había cámaras, pero no había nadie que nos pudiera prohibir nada. Lo probé todo. Todo, menos la piscina de bolas: cuando vi a Vicky dentro, con las bolas por los tobillos, no quise llevarme una decepción y que ese fuera mi último momento feliz recordado en una piscina de bolas, así que esa parte me la salté. Pero hice de todo lo demás. Recalco las carcajadas que nos pudimos echar en el colchón con aire imitando a las liebres, teniendo una pelea de bolas o intentado hacer malabares. Maravilloso.

Cuál fue nuestra sorpresa, cuando salimos sudando de aquel lugar, al ver que fuera había otro parque infantil con columpios, un barquito de madera y… un trampolín de colores que me hacía volar (por fin!) tan alto como las gaviotas!! Digno de recordar, la verdad. No paramos de reir y gritar todo lo que quisimos mientras estuvimos ahí arriba. Momentos a compartir, efectivamente.

[Acabamos de cantar un par de veces Julia, Natasha (una de las nuevas vols, de Alemania tb) y yo la canción de “vampire” de Juno. M’encanta :D! Visualizad el desastre organizado]


Bailo, río, vuelvo a ser la yo de antes. PERO, de nuevo, no me dejo ayudar.

No quiero ayuda, estoy dañada.

Sin embargo, hoy me he hecho daño en el dedito del medio del pie derecho (iba descalza, demasiado entusiasmada, y me comí la caja de plástico de las naranjas), y he querido amor… No soy tan fuerte como quisiera.


Pero casi.

2 comentarios:

  1. Vuelvo a ser tu tia Alicia aunque aparezca "Carlos". Pero sobri!!!! menudo año llevas!!! primero te metes con un coche en mini carreteras suicidas con hielo y nieve y luego con una bici en puentes y caminos peligrosssssisssssimos !!! , lo de vencer losmiedos no se hace de golpe , por lo menos eso es lo que dicen,¿ cuando vienes? acuerdate de lo bien que se esta en Valencia a 55 grados a la sombra !!! Besos y mas besos!!!.

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