Es fácil equivocarse y hacer daño.
Llevo varios años haciéndole daño a un muy buen amigo, a sabiendas, de manera egoísta. Un amigo que me salvó de mi muerte. Me sacó de la oscuridad y fue capaz de mostrarme la luz, ilusión. Aprendí a disfrutar la vida, aprendí a relajarme cuando se me estropee el reloj, aprendí a reir aun pasada por agua. Aprendí el miedo al suicidio. Aprendí el tamaño de mi corazón. Envueltos en un velo de egoísmo a veces no nos damos cuenta de que a quienes realmente estamos dañando es a lo quienes más queremos, por quienes daríamos la vida.
No sabemos querer. Nunca he sabido.
Pincho, cuando me quieren. Si te acercas, te haré acabar mal.
Quisiera poder desnudarme completa ante vuestros ojos, y que fuerais capaces de ver lo que me siento incapaz de expresar. Es mucho, mi arrepentimiento.
Con el corazón humilde y la cabeza gacha, os digo: Lo siento. Siento no poder estar ahí, siento no poder desaparecer. Siento querer de esta manera tan negra.
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