lunes, 13 de diciembre de 2010

Hoy es siempre todavía. (AM)

11.diciembre.2010

Mañana parto de nuevo para Almansa.

En Murcia fue todo muy bein, aunque breve. Rico, el vino caliente especiado :); sabe mejor cuando lo compartes. Hubo un poco de confusión entre estación de autobús y de tren, pero todo salió como la seda, después de eso (y después de lo de la cafetería para desayunar “churros”).

Una buena noche de filmoteca debe, así mismo, tener su mención.

Me encantó el champán que tomamos Irma y sarita en el aeropuerto, mientras me despedían después de una buena napolitana chiclosa bien calentica.

No me quería ir.

12.diciembre.2010

Acaba de llevarme mi pae a la estación de autobuses, con la misma maleta roja que me llevé para Francia (diferente a aquella de Las islas Afortunadas), la camiseta de tirantes roja, el polar rojo, el abrigo rojo y las bragas moraditas (brillante). Tampoco entonces me he querido ir. Le he dicho: papá, cuídate… y échame de menos.

Empiezo, de nuevo, otro periodo. Me voy fuera, me pongo nerviosa, no conozco nada ni a nadie. Tengo que trabajar y no quiero. Y todo es attitude.

Tengo ganas de quedarme calentita en el nido. El nido que todos vosotros (que por algo leéis esto) formáis para mí. Pero ahí me ahogo. Sé que no es lo mío, sé que me apaga cual llamita sin oxígeno. Asfixiante. Sin metáforas

Claro que me surgen miedos, claro. Y no es que sea “brave”, es que soy gilipollas. Masoquista.

[Aquí están, los estaba esperando: Rivas y su monolito. Y su montaña llena de truenos. Y sus paseos de agua. Y sus calores de verano. Besos, besos y más besos. Con lágrimas hidratando esos labios. ]

De vuelta a la semana pasada. Me despidieron en el aeropuerto y me sentí querida. Y me subí al avión y todo parecía salido de una película muda, pero sin sentido alguno. Qué hacía allí, a dónde iba y, sobre todo, para qué. Me dormí el viaje entero. Tardé unas tres horas (o más) en llegar a la casa de la CS (David, todo salió bien. Mi instinto está un poco atrofiado, pero no del todo. La tipa era rara, no hubieran salido las cosas tan fluidas si no hubiera habido más CS en la casa. Nos tenía un poco por provecho (digamos), y probablemente fuera por eso que se me encendió la lucecilla en la cabeza. Pero vamos, que ya puedes borrar la dirección, todo salió bien y estoy sana y salva).

Esperé a un bus en una parada donde no vino ninguno de los míos. Justo este jueves había una protesta multitudinaria de los jóvenes universitarios frente a la reforma que pretenden hacer ahora referente a la cuantía de la matrícula (léase aumento inmensurable de la cuantía de la misma) (al día siguiente hubo fotos muy graciosas en las portadas de los periódicos del príncipe Charles y su novia (mujer?) Camila en su super coche siendo apaleadas las ventanas).Una hora estuve rodeada del frío londinense esperando a que viniera el pobre dichoso 24. Decidí que no vendría (era curioso, porque llegaban todos los otros buses de la parada, pero no el mío; no había, sin embargo, letrero alguno que pudiera informarme de un cambio de ruta), y comencé a marchar hacia una de las carreteras cualquiera. Como un aparecido (y acortándoos un poco la historia), se acercó con toda su esplenderosidad susodicho bus. Le frenó un semáforo a lo lejos y me acerqué con pasos de canguro. Así como me lo permitieron mis deditos le gestué a la vez que le decía, en español: un poquito, ábreme un poquitito… Increíble, pero cierto, el conductor me abrió la puerta y me dijo que pasara sin apenas mirarme el billete. Me puse a hablar con él, le conté mi odisea y me dio una bonita conversación sobre el Corán, los musulmanes, los terroristas y el papel de las mujeres en su vida y en la religión. Según él (que, debo decir, parecía respetar y querer bastante al género femenino (así le di pena y me abrió la puerta)), las mujeres que iban tapadas iban tapadas por pura voluntad ya que el clausurar todo milímetro de piel a la luz del día les permitía escapar de los ojos viciosos de los hombres. Las mujeres son puras, y maravillosas, y no se merecen ser vistas por babosos machos con mentes putrefactas. Ser mujer es uno de los dones superiores de los que se puede gozar. No importa que seas guapa o fea, gorda o delgada, por ser mujer eres ya perfecta. El sexo femenino no debe ser juzgado por su físico, la idolatría va más allá de eso. Por eso, las mujeres se cubren el cuerpo con todo el gusto posible. Claro que sí…

El tipo era majo, sin embargo. Me recordó mi mochila tirada al otro lado del bus (me dijo: ten cuidado, que esto es Londres, es una ciudad grande!) y me recomendó más de una vez que me leyera el Corán (al despedirme, esas fueron, de nuevo, sus últimas palabras).

En una de las paradas ya subió un montón de gente, así que me fui a sentar al lado de mi mochila. A mi vera se colocó un tal Mickel. Mik, the red one. Un escocés embaucado por mi sonrisa y mi acento español. No me acuerdo cuántas veces me besó la mano y me habló de la belleza de mi sonrisa y de la sinceridad transparente de la misma. Muy majete, el tipo. Resulta que era uno de los tipos grandes de uno de los museos (no llegué a enterarme de cuál, a pesar de que me lo repitió varias veces seguidas). Me invitó a un par de tickets para entrar de gratis a este museo de pinturas. Me dijo que me las dejaría para el día siguiente en el mostrador, que preguntara por él en información y que ya ellos me darían lo mío. Como podéis imaginar, nunca fui, y no por falta de ganas, sino porque no me enteré de dónde era!

[Dejé de estar en el bus y ya llegué a la casita de encima de la clínica de Almansa. Sólo quería deciros que estoy con Chup en la cama. Buenas noches. Mañana más.]

13 diciembre de 2010

No tengo mucho tiempo. Esta tarde, así de repente, me mudo a la que creo será mi casa definitiva en este periodo de estancia en Almansa. Por ahora no tendré internet, así que no sé cuándo me volveré a meter. Ha sido todo super precipitado. Espero que sea lo correcto.

Esta noche, desde mi cama nueva, os escribo para mandarlo en cuanto pueda. Muchos besos.

(protegedme de las pesadillas, os lo ruego).

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