jueves, 30 de diciembre de 2010

MAÑANA SIEMPRE ES TARDE





27 diciembre 2010

Es capaz de quedarse dormido durante meses, incluso de llegar a borrarse en mi memoria, a maldecirse a sí mismo, a repudiarse y a, supongo, cometer suicidio.

Sin embargo, cuando quiere reaparecer, cuando quiere despertar y recordarme que sigo estando atrapada, que nunca seré libre, que me retorcerá de dolor cuando quiera, es cuando siento que realmente vivo la realidad.

Hoy, estoy cansada de vivir. No quiero nada de lo que tengo. Quiero cambios, pasados, e ilusiones.

Tres días trsites al mes me parecen muy poco para mi ratio. Debería estar orgullosa. Debería. Mi exigencia me lo niega.

Como estoy volviendo a lo que antiguamente era, no os voy a contar lo que pienso, lo que siento. BÚH!

Haremos retrospectiva de nuevo. El jueves pasado me llamó Víctor, el dueño de una clínica de Alcalá, Tenerife, y me dijo que fuera a trabajar con ellos para el 10 de enero. Allá iré; salgo el 12 enero.

29 diciembre de 2010

Estoy FATIGADA. Me cuesta el cuerpo. Me duele el cansancio.

Mi madre dice que he salido muy extremista, y yo no se lo niego. Me niego a trabajar hasta los 67! Hijos de puta! Si quieren dinero, que se lo saquen a los ricos! Que les suban los impuestos a ellos! Que se inventen otros métodos de conseguirlo sin implicar a los pobres ciudadanos que no tienen ni qué comer. Que se merecen unas putas vacaciones antes de que sus piernas dejen de responder. Cojones! Puta corrupción en áfrica! Puto egoísmo del mundo!

Maldigo mi ego y orgullo propio!

Ojala entre alguien en mi casa capaz de llevarse fuera todo este dolor.

No quiero pasar al 2011! Quiero quedarme congelada.

Cómo te comprendo--- Descansa.

30 diciembre 2010

30 de diciembre ya, madre mía!

A penas he dormido esta noche. Tengo en mi regazo a una pequeñina de unos días de edad, con cordon umbilical y todo. No ha parado de llorar en toda la noche. Bueno, miento un poco a ratos paraba intervalos de aprox una hora (o yo estaba profundamente dormía y no la escuchaba). Ha dormido a mi verita, a pesar de las rotundas negaciones de mi madre, alegando que iba a aplastarla cual cerdo en la cochinera. Gime y gime. Da mucha penita (aunque esta noche reconozco que más de un par de veces quería esconderla dentro del armario.

El caso es que me llegó ayer en la tarde a la clínica. Me la trajeron unos chavales poco después de abrir, explicándome que la habían encontrado por sus quejidos, pensando que era un gato. Estaba en la basura, dentro de una bolsa de basura cerrada junto a sus tres hermanos muertos y con otra bolsa de basura encima. Se me partió el alma (o lo que me queda de ella), (ay! que se me encaja el hombro!) y empecé a echar fuego por la boca. Dije unas cuantas barbaridades y casi rompo a llorar de la rabia (si, al fin, me vino la regla ayer; estáis a salvo por casi un mes desde ahora). Cogí a la chiquitina en brazos, a penas gemía entonces de lo débil que estaba. Ojitos y orejas cerradas, cordón umbilical rojo sangre y temperatura de témpano. Toda la tarde lo tuve entre mis ropajes, frotándole bien para que la rozadura hiciera su trabajo, sacándole el pipi y la caca y dándole, a poquitos, leche calentica de bebé de perro.

No tengo ni idea de qué será. Parece será grande porque con cordón y todo ya mide algo así como mi palmo (que no es mucho, pero ya es pa’ un recién nacido!). Es negra entera con una manchica blanca longitudinal en el pecho. Y busca dueño. Si sobrevive…

Todo esto, además de la galga…


Os quiero.

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