Estoy flipando con la música que tengo en mi ordenador. No haría más que sentarme a escucharla.
Quiero tejer.
19.02.2011
Queridos amigos,
Me acaba de ocurrir algo realmente bizarro. Estaba leyendo el libro cuando pude leer la palabra “esperma”. Mi cerebro no ha logrado descifrarla. Me he esforzado y he podido relacionarla con “espermátida”; sin embargo, seguía sin saber a qué se refería. Me suena a semen. Inmediatamente después se encendió, en mi materia grisácea (tirando a negra…) la luz de “espermatozoide”. Ha sido así como he llegado a la conclusión de que “esperma” debe ser algo relacionado con el semen, probablemente (me dice algo detrás de la oreja), sean lo mismo. Sin embargo, aun ahora, no estoy completamente segura. He descifrado su significado por palabras similares, que me tenían algún tipo de relación; pero aún no tengo la seguridad de que “esperma” sea “semen”. He debido de gastar unos 4 minutos en llegar a esa simple conclusión (dos del agua del té calentándose y un par más, algo más aleatorios). Me ha parecido, efectivamente, curioso.
Algo que también me ha sacado estos días pasados de la lógica real ha sido el des-olor de la lluvia en el pueblo de Alcalá. Cuando vinieron Laurent e Irene (los acordeonistas) llovió bastantes días. Ni uno solo de ellos me olió a lluvia. Me podéis imaginar (y puede que esto ya lo haya escrito previamente), asomándome feliz por la ventana de mi cuarto (no llegando si quiera al balcón, con las ansias e ilusión de quien espera uno de los más maravillosos tesoros (Jake me ha dicho que soy un tesoro :)) imaginables), con la cara sonriente de las mañanas y llevarme un fiasco por la ausencia de olor a vida mojada. Pensé y pensé, pero no llegué a ninguna explicación. Ahora mismo, también leyendo, me ha sido regalada la idea de que puede que sea el mar, que se lleva todo olor con sus vientos. Cómo pude no oler NADA, al asomarme? Eso mismo: confuso.
“-No estoy nada triste. A menudo eso me asombraba, pero me equivoqué: ¿por qué había de estar triste? En otros tiempo fui capaz de pasiones bastante hermosas. Odié apasionadamente a mi madre. Además, a ti –dice con desafío- te amé apasionadamente.
Espera una réplica. No digo nada.
- Todo eso se acabó, por supuesto.
- Cómo puedes saberlo?
- Lo sé. Sé que nunca más encontraré nada ni nadie que me inspire pasión. Tú sabes que ponerse a querer a alguien es una hazaña. Se necesita una energía, una generosidad, una ceguera… Hasta hay un momento, al principio mismo, en que es preciso saltar un precipicio; si uno reflexiona, no lo hace. Sé que nunca más saltaré.”
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