Estos días es el cumple de alguien… y no sé de quien.
Ayer pequé profundamente. Caí en la debilidad mía del pecado grande, sí, sí. Contacté, de nuevo y sin esperanza a nada, con mi droga más mortal. Y mira que no bebo café todos los días para no convertirme en una cafeinómana y voy y me hago adicta a una de las cosas que más odio de todo: los hombres. Le escribí a Diego una gilipollez sobre zombies (realmente me cago de miedo cuando me toca hacer alguna urgencia de noche, corro y cierro puertas sin querer mirar atrás (y […])). Tampoco consiste esto en sentirme malamente culpable de mi acto, de mi debilidad. Ha pasado y punto, no tiene que pasar más. Cinco mil quinientos millones de errores los tiene cualquiera, no? No nos vamos a martirizar con lo que ya está hecho.
Sin embargo… estoy a un grito de irma, o de sara, o de Nerea o de cualquiera de vosotros a coger el teléfono y tomarme por mi mano una gran dosis de este preciado tesoro que me parece ahora cualquier contacto unilateral. I’m craving for it. No tengo palabras para explicarlo mejor. Necesito-mi-droga.
Creo que necesito hacer una tarta de chocolate. Pero me faltan todas las ganas.
Y han pasado ya tantas veces que he creío superarlo… Creído no, estado segura de. Lo he sabido, o he sentido. Y siempre, siempre, he caído de nuevo. Por qué? No es lo que quiero. Poruqé no llega ya otro y me saca este viejo tornillo oxidado? Uno por otro, no? Si no, el día menos esperado me voy a encontrar llena de gangrena.
Una droga por otra! Quiero vivir en un mundo feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.